La promoción y la protección de la salud son esenciales para el bienestar de la humanidad y para un desarrollo social y económico sostenido. Así lo reconocieron hace más de 30 años los firmantes de la Declaración de Alma-Ata (Kazajstán) que señalaron que la salud para todos contribuiría a mejorar tanto la calidad de vida como la paz y la seguridad en el mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud como:
"[...] No es sólo la ausencia de afecciones o enfermedades sino también un estado de completo bienestar físico, social y mental. La salud es un recurso para la vida diaria, no el objeto de la vida [...]"
Los avances tecnológicos que el planeta ha experimentado en las últimas décadas, han hecho que la esperanza de vida, en general, haya aumentado. Según el Informe de Desarrollo Humano de 2010 (PNUD):
"Muchos países han ganado muchos años en esperanza de vida. Un niño nacido hoy en casi cualquier país puede esperar vivir más que en ningún otro momento de la historia. Donde se ha incrementado más la esperanza de vida es en los estados árabes: más de dieciocho años desde 1970 (poco más de una tercera parte). Incluso en el África Subsahariana, la esperanza de vida es hoy ocho años mayor que en 1970. Además, la longevidad se incrementó dos veces más rápido entre los países del 25% inferior de la distribución del IDH de 1970 respecto del 25% superior. En varios países en desarrollo (entre ellos Malasia y Chile) las tasas de mortalidad son un 60% de lo que eran hace treinta años".
Aún así, continúa existiendo una brecha desproporcionada entre el Norte rico y el mundo en desarrollo. El mundo está muy lejos del compromiso sobre la cobertura sanitaria universal que se adquirió en la Asamblea Mundial de la Salud de 2005.
Podemos decir que la salud es uno de los indicadores de desarrollo que va más ligado al desarrollo económico de un territorio. Esta afirmación es fácilmente constatable y sólo hay que observar las tasas de la esperanza de vida de unos países y otros. A continuación se indica la evolución de algunos países y se destaca la del Estado Español, Canadá y Bolivia, desde el año 1800 hasta el 2006.
Comparativa de la esperanza de vida con el PIB
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(5=esperanza de vida muy mala, 1 esperanza de vida muy buena)
Sin embargo, algunos informes argumentan que esta correlación no se da siempre. La clave está en que hay que tener en cuenta otros determinantes. Si bien es incuestionable que el nivel de renta juega un papel fundamental en el estado de salud de cada individuo dentro de un territorio, también cuentan otros aspectos directamente asociados a la salud, como el acceso al agua, las mejoras en saneamiento, la calidad del medio ambiente, la educación, etc. Así, existen países, como el caso de Cuba que, a pesar de tener un PIB bajo, muestra una tasa de esperanza de vida al nivel de los países más ricos. También es necesario destacar que dentro de los países más desarrollados económicamente existen grupos de población con una esperanza de vida inferior a la del resto.
En este contexto, resulta sencillo comprobar que existe un círculo vicioso en el que el subdesarrollo económico lleva asociadas la malnutrición y el hambre y, en la dirección contraria, una alimentación inadecuada dificulta que una sociedad sea productiva. Así pues, resulta evidente que la salud debe ser entendida como un factor que incide claramente en la reducción de la pobreza. Expresado de otro modo, invertir en salud es multiplicar las posibilidades de mejora económica y social. Para la mayoría de las personas pobres del planeta, cualquier tipo de cobertura de salud es inexistente y el gasto en alimentos y en otras necesidades básicas se reduce para afrontar el coste de los medicamentos esenciales.
Elaboración propia
Por otro lado, los avances en materia de investigación y las intervenciones en salud pública no paran de progresar, a pesar de los obstáculos actuales debido a la crisis económica global. Hoy se pueden tratar muchas enfermedades consideradas incurables hasta hace muy poco. Sin embargo, los países empobrecidos no gozan de estos progresos. En este documento, se pondrá énfasis en los problemas de salud que afectan al mundo en desarrollo. Veremos como, muy a menudo, las enfermedades que padecen se podrían reducir con mejoras de saneamiento, acceso al agua, promoviendo la educación o cambiando algunos hábitos. Sin embargo, el grueso del problema radica en la pobreza extrema de algunas regiones y en la dificultad de acceder a los medicamentos. Mientras los cajones particulares del Norte rico están llenos de medicamentos que no se utilizan y se abusa de su uso, en el Sur empobrecido, muy a menudo, los dispensarios, cuando existen, no tienen lo imprescindible para atender los primeros auxilios e, incluso, se practica el mercado negro.
"Los medicamentos “malos” (medicamentos deficientes, falsos, falsificados, con etiquetaje engañoso, fraudulentos o caducados) salen demasiado caros sea cual sea su precio y evitarlos es otra manera de frenar el derroche de recursos. Se ha notificado que más de la mitad de las sustancias que circulan en el Sur Este de Asia, que en teoría contienen el antipalúdico artesunato, no contienen ningún ingrediente activo, mientras que un estudio realizado en tres países africanos publicó que entre el 26%y el 44% de las muestras de medicamentos antipalúdicos no superaban los análisis de calidad".
Informe Sobre la Salud en el Mundo
OMS, 2010
No hay suficiente investigación ni desarrollo sobre nuevos antibióticos para las "enfermedades olvidadas" porque las compañías farmacéuticas que se dedican no las perciben como enfermedades rentables. Y, cuando el Sur quiere fabricar alguno, surge la barrera de la Ley de Patentes, que se lo impide. Así, la muerte por SIDA es un impacto casi exclusivo del Tercer Mundo, mientras que la búsqueda de vacunas para "enfermedades poco rentables" debe ser subvencionada por fondos de cooperación o por la filantropía internacional.
Por otra parte, la fragmentada ayuda internacional conlleva grandes gastos de administración y gestión indirectos para los donantes y los receptores, una duplicación innecesaria y variaciones en la orientación de las políticas y normas de calidad a nivel de cada país. Es imprescindible que los principales donantes se comprometan a alinear sus esfuerzos para reducir la fragmentación de la canalización y recepción de los fondos en los países receptores. Más de 140 iniciativas mundiales relacionadas con la salud se están ejecutando en paralelo, derrochando los recursos y sometiendo a los países receptores a una enorme confusión.
Hoy hay 40 millones de personas que viven con el SIDA. Las dos terceras partes de los seres humanos que viven con esta enfermedad se encuentran en África Subsahariana, mientras que al otro lado del mundo, los países de la OCDE que solo representan el 18% de la población mundial, constituyen el 86% del gasto sanitario mundial.
Fuente: Elaboración propia a partir de la OMS, 2010.
Las aportaciones mundiales en Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) para resolver los problemas de salud son importantes, pero insuficientes.
"El gasto anual en cooperación al desarrollo en salud, realizada por la suma de todos los países desarrollados (10.000 millones de dólares), es equivalente a la cantidad gastada en helados en Europa".
Global Health Watch
Global Health Action. Campaign Agenda 2005-2006
Sin embargo, es razonable afirmar que la falta de capacidad per se no justifica que las políticas de salud sean inadecuadas o inexistentes. A veces, los gobiernos pueden adoptar varias medidas que no requieren recursos elevados. Por otra parte, la inexistencia de recursos a menudo es resultado de prioridades, esto se produce cuando los gobiernos invierten en asuntos diferentes a la salud, como son los gastos en armamento. En estos casos, la salud también se ve enormemente afectada. La guerra, aparte de los muertos y heridos inherentes a todo conflicto, provoca que los sistemas sanitarios públicos se colapsen, se destruyen las infraestructuras de suministro de medicamentos y vacunas y las personas se convierten en vulnerables a las enfermedades y otros efectos colaterales. Además, la respuesta humanitaria internacional ante los conflictos, hace que muchos recursos económicos que deberían ir destinados a resolver otros problemas esenciales de salud deban desviarse para financiar la ayuda asistencial de emergencia.
En la Declaración de Abuja del año 2007, 47 Estados africanos se comprometieron a destinar el 15% del gasto público en salud con el objetivo de mejorar la salud de su población. Este acuerdo no se ha llevado a cabo, se puede afirmar que los gobiernos pueden hacer más de lo que están haciendo para garantizar en derecho a la salud.
Comparativa entre el gasto gubernamental en salud per cápita y el PIB
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Hay pues, que recordar a los gobiernos de muchos países lo que han firmado en referencia a las obligaciones básicas que tienen con el derecho a la salud de sus ciudadanos: equidad, acceso a medicamentos esenciales, vivienda, condiciones sanitarias básicas, etc. Estas condiciones no se cumplen en buena parte del planeta. En la actualidad más de dos mil millones de personas aún no tienen servicios de agua potable y alcantarillado, y más de cinco mil niños mueren cada día debido a diarreas por la falta de agua, servicios sanitarios y malnutrición.
Hablar de salud en un contexto global es extremadamente complejo y supera el alcance de este capítulo. En este sentido, con algunos de los criterios que inspira la "Campaña Salud x Desarrollo" se hablará de algunos de los temas básicos directamente relacionados con la salud y la desigualdad en el mundo, en concreto, las llamadas "enfermedades olvidadas", así como los problemas de acceso a los medicamentos y los sistemas sanitarios. Veremos que estos problemas afectan muy especialmente al continente africano, y a las mujeres y los niños en un contexto geográfico general.
La salud reproductiva es intrínsecamente importante y es un claro indicador de la situación de la mujer en las diferentes sociedades del mundo. Es sabido que el riesgo de muerte durante el parto se minimiza con factores como: educación básica, nutrición adecuada, acceso a los anticonceptivos, servicios de salud prenatal y asistencia adecuada. Sin embargo, estos servicios aún no están al alcance de una mayoría de mujeres en todo el planeta. En algunos países, la reproducción no es sólo arriesgada, sino que a menudo comienza demasiado pronto, por lo que limita tanto la salud como las oportunidades futuras. La maternidad juvenil, además, suele ser la causa de que las mujeres jóvenes no vayan a la escuela y que a menudo sean destinadas a trabajos poco cualificados.
"Generalmente, las mujeres ricas obtienen niveles similares de cobertura independientemente del lugar donde vivan, mientras que las pobres quedan excluidas. Las mujeres comprendidas dentro del 20% de la población más rica tienen hasta 20 veces más probabilidades de que su parto esté asistido por personal sanitario cualificado que las mujeres pobres. Eliminar esta diferencia de cobertura entre ricos y pobres en 49 países de ingresos bajos salvaría la vida de más de 700.000 mujeres desde este momento hasta el año 2015. Del mismo modo, los niños ricos viven más que los pobres, si se superara esta diferencia de cobertura en los diversos servicios para niños menores de cinco años, en concreto, la vacunación sistemática, salvaría más de 16 millones de vidas".
Informe Sobre la Salud en el Mundo
OMS, 2010