Antes de comenzar, hace falta conocer algunos actores clave. Para hacerlo, es necesario remontarse al año 1944, en la localidad norteamericana llamada Bretton Woods (new Hampshire) y, más concretamente, en el hotel Mount Washington.

Hotel Mount Washington (Bretton Woods), www.historic-hotels-lodges.com.

En un mundo arrasado por la Segunda Guerra Mundial, que aún no había finalizado, y con buena parte de los países del Tercer Mundo bajo la dominación colonial, aquel hotel acogió una reunión que cambiaría la historia de la economía mundial hasta la actualidad, se trataba de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas. Participaron 44 países y unos 700 representantes.

Los Estados Unidos, surgieron como la mayor potencia económica mundial. Mientras el mundo padecía las secuelas de la Guerra, el país norteamericano, que había tenido un papel crucial en los acontecimientos bélicos, mantenía sus infraestructuras casi intactas así como sus sistemas de producción, trabajaban más que nunca y disfrutaban de una importante acumulación de capital. Resultaba fácil darse cuenta de la apertura de los mercados mundiales y de que contar con aliados era vital para sus intereses. Así, se impusieron sus propuestas, impulsadas por Harry Dexter White en oposición a las aportaciones de Gran Bretaña, orientadas por el economista John Maynard Keynes. Se iniciaba, de esta forma, un nuevo orden económico mundial.

A partir de esta conferencia el dólar se convirtió en la divisa de referencia mundial, así mismo, surgió el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) que mucho más adelante se convertiría en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

A partir de los acuerdos de Bretton Woods, también surgieron las siguientes instituciones:

Es la principal institución surgida de Bretton Woods y, por tanto, un organismo especializado del sistema de Naciones Unidas. Sus objetivos son: el fomento de la cooperación monetaria internacional, facilitar la expansión del comercio internacional, fomentar la estabilidad cambiaria, contribuir al establecimiento de un sistema multilateral de pagos y ofrecer fondos para corregir los desequilibrios en la balanza de pagos.

Con 187 miembros, la cantidad de votos que tiene cada país para la toma de decisiones está relacionada con su aportación financiera. Los 24 países de la OCDE controlan el 55% de los votos y Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y Japón el 44%.

Se le suelen criticar recomendaciones que, lejos de promover el desarrollo de países necesitados, actúan en dirección contraria. Uno de los ejemplos más paradigmáticos es el de la crisis financiera de Argentina en el año 2001.

Inicialmente fundado con el nombre de Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, es una institución multilateral de desarrollo de las Naciones Unidas. Agrupa dos instituciones que tienen tres funciones que se relacionan entre sí: proporcionan préstamos, facilitan asesoría económica y asistencia técnica y estimulan la realización de inversiones:

  • El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF). Su objetivo es la reducción de la pobreza de los países menos desarrollados mediante asesoría financiera. Financia sus operaciones básicamente con los empréstitos que obtiene en los mercados mundiales de capital.
  • La Asociación Internacional de Fomento (AIF). Ofrece ayudas a los países más pobres en las condiciones más favorables posible, para los servicios más básicos (educación, vivienda, agua o saneamiento). Los recursos son proporcionados básicamente por los países miembros más ricos.

El Banco Mundial se nutre también de fondos provenientes de gobiernos, bancos privados, organismos de crédito a la exportación y otras instituciones multilaterales.

Otras instituciones afiliadas al Banco Mundial son la Corporación Financiera Internacional (CFI) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI).

  • Grupo de los 8 (G8)

Tras varias incorporaciones a lo largo de los años este grupo lo forman Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, y Rusia, el peso político, económico y militar de los cuales es muy relevante a escala global. La pertenencia al grupo no sigue criterios democráticos ni se basa en un criterio único, ya que no son ni los ocho países más industrializados, ni los más ricos.

La rotura del sistema monetario originado en Bretton Woods provocó una división creciente entre los países más poderosos y el resto en cuanto al tratamiento de los problemas económicos y financieros internacionales. En este sentido, estos países tratan de coordinar sus políticas para seguir una hoja de ruta común económica, política y diplomática.

En cuanto a la deuda externa, este grupo tiene una importancia fundamental ya que de sus acuerdos surgen las acciones que luego aprobará el Club de París.

  • Club de París

Es el "club de los acreedores". Está formado por los gobiernos acreedores y tiene una importancia capital en el tratamiento de la deuda internacional. Tiene una marcada incidencia del G8 y se encarga de buena parte de la deuda bilateral. En este club es donde acuden los países deudores para resolver sus problemas de pago para llegar a acuerdos de reestructuración u operaciones de otro tipo.

Este foro informal, no tiene estatutos, ni personalidad propia ni instituciones que lo controlen y dispone de leyes no escritas que se aplican de manera general.

  • Club de Londres

Agrupa las entidades acreedoras privadas. No tiene personalidad jurídica o reglas escritas y no mantiene reuniones de carácter periódico. El objetivo de sus reuniones es coordinar la refinanciación de la deuda de los países deudores, son las "comisiones consultivas". Sus decisiones se toman por consenso, aunque nunca se les da publicidad.

¿Qué es la deuda externa?

Existe una diversidad muy grande de formas de referirse al concepto deuda externa, principalmente dependiendo del contexto en el que se habla. En el ámbito más socialmente sensible a los problemas de la desigualdad en el mundo, se suele definir como el dinero que los bancos privados, los gobiernos del Norte y las instituciones financieras internacionales reclaman a los países del Sur como consecuencia de los préstamos que sus gobiernos recibieron (y siguen recibiendo) y a los que no pueden hacer frente debido al abusivo trato al que son sometidos. Se habla también de deuda ilegítima y de deuda ecológica, que serán tratadas brevemente más adelante.

En un contexto de carácter más técnico la deuda externa total es considerada (Vaquero, C., et al, 1999) como la suma de (a) la deuda pública y con garantía pública a largo plazo y la deuda privada a largo plazo sin garantía, (b) la utilización del crédito del FMI y (c) la deuda a corto plazo.

a) La deuda a largo plazo agrupa tres clases de préstamos: públicos, con garantía pública y privados sin garantía.

a.1) Los préstamos públicos son las obligaciones externas de deudores públicos, incluidos el gobierno nacional, sus organismos y las entidades públicas autónomas.

a.2) Los préstamos con garantía pública son las obligaciones externas de deudores privados cuyo reembolso está garantizado por una entidad pública.

a.3) Los préstamos privados sin garantía son las obligaciones externas de deudores privados cuyo reembolso no está garantizado por una entidad pública.

b) La utilización del crédito del FMI se refiere a las obligaciones de recompra en el FMI respecto de todos los usos de sus recursos, excluidos los correspondientes a giros contra el tramo de reserva. Las cifras comprenden las compras pendientes dentro de los tramos de crédito, incluido el acceso ampliado a los recursos y a todos los servicios especiales (existencias reguladoras, financiación compensatoria, servicio ampliado del fondo y servicio de petróleo), los préstamos del fondo fiduciario y las operaciones del servicio ampliado de ajuste estructural.

c) La deuda a corto plazo es la deuda con un plazo de vencimiento original de un año o menos. Comprende los retrasos acumulados en los intereses sobre la deuda a largo plazo pendiente y el desembolsado que se debe pero que no se ha pagado.

Sea como sea es una evidencia que la carga de la deuda externa hace que aumente la desigualdad entre los países y las sociedades y que constituye uno de los mayores obstáculos del Tercer Mundo para salir de una espiral financiera sin salida que los remite a la pobreza. El economista Jeffrey Sachs, 2005, opina lo siguiente:

 

"La conducta de los países acreedores en las últimas décadas no se parece en nada al compromiso y la práctica de los Estados Unidos durante la elaboración del Plan Marshall, cuando decidieron ayudar a reconstruir Europa con ayudas en lugar de préstamos. Los administradores del período posterior a la Segunda Guerra Mundial conocían muy bien la desastrosa experiencia que se produjo tras la Primera Guerra Mundial, cuando, tal y como había pronosticado Keynes, las deudas de guerra de los aliados y la exigencia de las reparaciones de guerra a las naciones derrotadas sumió a los países acreedores y deudores en una crisis política y financiera prolongada que contribuyó a que se desencadenara la Gran Depresión e, indirectamente, al auge del fascismo. Después de la Segunda Guerra Mundial, los estrategas estadounidenses optaron por una vía diferente que garantizara que las deudas de posguerra no supondrían un obstáculo para las frágiles democracias de Europa. Hoy en día haríamos muy bien en seguir este planteamiento. Ha llegado el momento de integrar en el paquete de ayudas de las estrategias de reducción de la pobreza basadas en los Objetivos del Milenio la condonación absoluta de la deuda de los países pobres muy endeudados".

Los 25 países con los valores más elevados de deuda externa (pública y privada) en el año 2009

Fuente: Adaptación de datos elaborados y cedidos por e Observatorio de la Deuda en la Globalización. A partir del Global Development Finance, 2011 (Banc Mundial)
 

Relación de la deuda externa con el Producto Interior Bruto

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El origen del endeudamiento de prácticamente todo el mundo subdesarrollado debe analizarse a partir del momento en que se inician los procesos de independencia fruto de la descolonización de mediados del siglo XX, de tal manera que los nuevos estados surgidos tuvieron que endeudarse para poder poner en marcha sus respectivos planes de desarrollo dado que la mayor parte habían quedado en situaciones muy precarias. Para hacer frente a la situación de desigualdad, situación que ha perdurado hasta la actualidad, las dinámicas del Primer Mundo les obligaban a adoptar: precios de importación caros, precios de exportación baratos, expoliación de los recursos naturales, pago de patentes tecnológicas, etc.

Fue a partir de 1979 cuando se produjo una importante inflexión en cuanto a la tolerancia de las tasas de interés, se pasó de unas condiciones muy favorables para el endeudamiento a un aumento considerable y repentino. Estos países tuvieron que refinanciar sus deudas con nuevos créditos del todo intolerables para las economías del Tercer Mundo. De tal modo que en 1982 México suspendió el pago de su deuda y a continuación lo hicieron economías como Argentina, Brasil o Egipto, entre otros. Este efecto multiplicador comprometió a los financiadores privados estadounidenses, que quedaron en situación de colapso.

Una de las fórmulas para recobrar el dinero fue aceptar el pago de la deuda en bienes. Así fue como se inició un proceso de privatizaciones de las más diversas compañías que pasaron a manos de los países acreedores. Otra solución fue el aplazamiento de los créditos mediante complejas fórmulas financieras que lo único que conseguían era alargar unos cuantos años un sufrimiento financiero ya de por sí insoportable. Una práctica habitual recomendada por los programas de ayuda financiera para estos países ha sido liberar fondos públicos para el servicio de la deuda. Esto tiene como resultado que el país queda sometido a destinar sus recursos económicos a enjugar la deuda contraída, de tal modo que le resulta imposible afrontar las necesidades más básicas para la sociedad como la educación o la sanidad. Esto, además, se agrava cuando la deuda comprometida se destina a objetivos superfluos. La suma de todo ello es el endeudamiento cada vez mayor y unas condiciones cada vez más difíciles para devolverla, de tal manera que (Alvarez N. et al., 2008) en estos últimos 25 años, los países del Sur han pagado más de siete veces la cantidad que se debía en 1980 [...] en el año 2003 los países del Sur transfirieron al Norte más de 370.00 millones de dólares en concepto de pago del servicio de la deuda, cifra que ascendió a 510.832 millones de dólares en 2005, que supone casi cinco veces lo que los países del Norte prestaron en concepto de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD), algo más de 106.800 millones de dólares. Desde los años 90 la transferencia de dinero ha sido superior en dirección Sur-Norte. Con lo que queda sobradamente claro que los países endeudados se convierten totalmente dependientes de los que, por un lado les dan los recursos financieros y, por otra, les exigen unos intereses impagables. Así pues, se puede afirmar la contradicción de que es el Sur el que financia el Norte y no al revés. Alguna voz crítica opina lo siguiente (Galeano, 2003, Las Venas abiertas de América Latina):

Bajo el pretexto de la mágica estabilización monetaria, el Fondo Monetario Internacional, que interesadamente confunde la fiebre con la enfermedad y la inflación con la crisis de las estructuras vigentes, impone en América Latina una política que agudiza los desequilibrios en lugar de aliviar los mismos. Liberaliza el comercio, prohibiendo los cambios múltiples y los convenios de intercambio, obliga a contraer hasta la asfixia los créditos internos, congela los salarios y desalienta la actividad estatal. [...] Sus fórmulas no sólo han fracasado en la estabilización y en el desarrollo, sino que, además, han intensificado el estrangulamiento externo de los países, han aumentado la miseria de las grandes masas desposeídas, poniendo al límite las tensiones sociales, y han precipitado la desnacionalización económica y financiera al influjo de los sagrados mandamientos de la libertad de comercio, la libertad de competencia y la libertad de movimiento de los capitales.

Sin embargo, no hay que pasar por alto las demasiado frecuentes actuaciones inmorales promovidas por algunos dirigentes del Sur, apropiándose ilegalmente de los fondos destinados al desarrollo y bienestar de sus conciudadanos, dedicándolos a infraestructuras innecesarias por el conjunto de la población, o bien malgastando en obras, a menudo extravagantes, para ensalzar su propia figura. Lo cual, por otra parte, dice poco a favor de los mismos organismos financiadores, ya que no hay que olvidar que el objetivo de las ayudas era (y es) resolver los problemas de desigualdad y de necesidades básicas del Tercer Mundo. En este sentido, es necesario un control exhaustivo en cuanto al destino de los fondos paralelo al otorgamiento de los mismos, sumado a la persecución y condena por los casos de corrupción o fraude, así como el consenso internacional para la recuperación de los fondos desviados.

Sobre estos casos existen abundantes ejemplos (Pinochet en Chile, Marcos en Filipinas, Duvalier en Haití, Somoza en Nicaragua, Suharto en Indonesia, etc.). Uno de los más paradigmáticos fue el caso de uno de los dirigentes más corruptos que ha conocido el continente africano, Mobutu Sese Seko en el antiguo Zaire (ahora República Democrática del Congo), cuya fortuna personal se calculaba alrededor de 10 billones de dólares. Los informes de corrupción de Mobutu eran bien conocidos, sin embargo, las instituciones financieras multilaterales, e incluso algunos gobiernos, le concedieron ayudas que, a parte de dejar el país cada vez más endeudado, llenaban las cuentas bancarias del presidente. Al ser derribado en 1997, la suma de la deuda de Zaire era de 13 billones de dólares.

Algunas acciones para la esperanza

  • Noruega ante la ilegitimidad de la deuda (Alvarez N. et al., 2008)

Antes de narrar este episodio, se hace necesario explicar que una deuda se considera ilegítima cuando las ayudas otorgadas lo son bajo condiciones, circunstancias o mecanismos que violan los derechos humanos, económicos o sociales. De este modo se han dado casos de préstamos otorgados a dirigentes corruptos para el mantenimiento de regímenes dictatoriales, para financiar compras de armamento, que beneficiaban sólo a la sociedad acomodada de un país, o que eran perjudiciales para el medio ambiente .

A raíz de una campaña ciudadana, Noruega fue el primer país que canceló una deuda por considerarla ilegítima. Concretamente, fue el caso de una exportación de barcos a Ecuador, Egipto, Perú, Jamaica y Sierra Leona, gasto que les generó deuda externa. Se demostró que la sociedad de estos países no recibió ningún beneficio y que, contrariamente, el objetivo oculto era el estímulo de la industria naval noruega.

En consecuencia, el gobierno noruego lo admitió y reconoció su responsabilidad en la generación de esta deuda en países empobrecidos de forma ilegítima. El resultado final fue la cancelación de la deuda contraída.

Este hecho provocó la demostración del fracaso de muchas políticas de desarrollo y el replanteamiento de las mismas, para no repetir prácticas ilegítimas en el futuro.

  • Campaña ¿Quien Debe a Quien? Un planteamiento desde la sociedad española
Son muchos los movimientos e instituciones mundiales que creen que las políticas oficiales de gestión de la deuda son ineficaces. En este sentido, llaman la atención sobre este hecho y proponen alternativas para buscar soluciones con el objetivo de combatir la situación. Una de las más conocidas en España es la Campaña ¿Quién debe a Quién?

Este movimiento social lo forman todo tipo de instituciones del Estado organizadas bajo el nombre de "Red por la Abolición de la Deuda Externa y la Restitución de la Deuda Ecológica" y basan su trabajo en la movilización, las campañas y otras iniciativas que pretenden estimular la mejora de la información, la sensibilización social y la incidencia política. Hay que añadir que tiene especial vinculación con el mundo universitario, así mismo, está relacionada con otras campañas y redes internacionales.

La Campaña tiene como compromisos la lucha por unas políticas orientadas a la abolición de la deuda externa y de las políticas que imposibilitan la consecución de las necesidades más básicas de los países del Sur, fomentar la participación ciudadana trasladando la idea de corresponsabilidad, la denuncia de la ilegitimidad de la deuda externa y la promoción del debate político y social en referencia a la deuda ecológica y el cambio climático, entre otros objetivos.