La cooperación internacional para el desarrollo comprende el conjunto de actuaciones que llevan a cabo actores públicos y privados, con el objetivo de promover el progreso económico y social de los países menos desarrollados de manera que la desigualdad existente vaya disminuyendo de manera progresiva y sostenible. En España, el concepto moderno de cooperación ha llegado más tarde que en otros países, sobre todo del norte de Europa, así ha ido transformándose pasando de lo que hace unos años eran las relaciones asistenciales de donación (cooperación "de arriba abajo") en la colaboración mutua para resolver conjuntamente determinados problemas estructurales o sociales, siempre a solicitud de la comunidad receptora de la ayuda. Paralelamente, el sector se ha ido profesionalizando, de tal manera que incluso es posible especializarse a nivel universitario en temas relacionados con la cooperación al desarrollo. En este sentido, en la Universidad Rovira i Virgili, desde el curso 2000-01 se puede cursar el curso Especialista Universitario en Cooperación Internacional.

 

Una de las múltiples formas de cooperación es lo que se llama ayuda humanitaria, y que responde a paliar de forma urgente y organizada las necesidades básicas de una población. Estas suelen estar relacionadas con la alimentación, la sanidad, la protección de colectivos, o la reconstrucción de infraestructuras básicas. Estas emergencias suelen tener lugar por siniestros diversos como inclemencias de la naturaleza, conflictos bélicos o epidemias.

El sistema de la cooperación al desarrollo está constituido por actores de diversa naturaleza. En este sentido, encontramos organizaciones con estrategias de acción muy diferentes, hay públicas y privadas, algunas están muy especializadas y otros trabajan en diferentes ámbitos, la mayoría originarias de los países desarrollados y, cada vez más abundantes, las que provienen del Sur. Entre las públicas están las instituciones multilaterales, los gobiernos de los países donantes y receptores, las administraciones públicas a diferente escala, las universidades, etc. Por citar algunos organismos internacionales que realizan estas funciones podemos nombrar: las instituciones financieras multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) o los bancos regionales de desarrollo e instituciones multilaterales que no son financieras como es el caso de las agencias especializadas de Naciones Unidas (PNUD), FAO, UNESCO, ACNUR, etc.).

La cooperación internacional para el desarrollo en el contexto del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) y de Naciones Unidas.

La cooperación internacional es indispensable para que los países más desfavorecidos consigan un mayor desarrollo. Son muchas las cumbres internacionales donde este hecho se pone de manifiesto, así en el principio 5 de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992), indica que para erradicar la pobreza se necesita la cooperación de todos los estados y de todas las personas, pero la necesidad de cooperación también se pone de manifiesto en el principio 12, cuando se dice:

“Los Estados deberían cooperar para promover un sistema económico internacional favorable y abierto que llevara al crecimiento económico y al desarrollo sostenible de todos los países [...]”

En paralelo a la labor realizada desde la Organización de las Naciones Unidas, los diferentes gobiernos de los países más desarrollados destinan importantes cantidades de dinero con el objetivo de ayudar al desarrollo de los países menos favorecidos.

En 2002 se llevó a cabo en Monterrey (México), y bajo los auspicios de la ONU, la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo. Los objetivos básicos eran, por un lado, hacer válidos y viables los propósitos establecidos en la Declaración del Milenio de dos años atrás, y en segundo lugar, hacer llegar a todos los países los efectos positivos de la globalización. Fruto de esta conferencia es el documento final, que se denomina Consenso de Monterrey, en el que se observa claramente la contraposición entre el idealismo de lo que se debería hacer con el realismo de lo que se puede o se quiere hacer. Tal y como afirma Sánchez (2002), "una cosa es la formulación de grandilocuentes y resolutivas declaraciones, y otra muy distinta la adopción de compromisos".

La contribución de la Unión Europea en la conferencia de Monterrey consistió en un total de ocho compromisos (Compromisos de Barcelona) que abarcan dos aspectos:

I. Incrementar los volúmenes y las fuentes de ayuda oficial al desarrollo (AOD)
II. Aumentar la eficacia de las ayudas.

Según la Unión Europea, es al continente africano donde se han de dedicar más esfuerzos, con una mayor inversión, eso sí, con coherencia a la hora de distribuir las ayudas y a partir de proyectos de calidad. Al mismo tiempo, se hace necesario mejorar la gobernanza de estos países y también mejorar la interconexión de redes de transporte y de comercio. Las sociedades deben ser más equitativas y la población debe tener acceso a los servicios básicos, de manera que se garantice la sostenibilidad ambiental.

En este sentido, lo que se discute a menudo es si esta ayuda es suficiente, si es adecuada y, sobre todo, si es eficaz. En esta dirección, en 2005 se celebró en París el segundo Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, integrado por donantes bilaterales y multilaterales y por numerosos países receptores, de donde surgió la llamada Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda.

En esta Cumbre los gobiernos reafirmaron los compromisos realizados en la Cumbre de Roma (2003) de armonizar y alinear el suministro de la ayuda al desarrollo. Especialmente en las áreas siguientes:

  • Reforzar las estrategias de desarrollo nacional de los países socios y sus marcos operativos (por ejemplo: planificación, presupuesto y marcos de evaluación del rendimiento).
  • Aumentar la alineación de la ayuda al desarrollo con las prioridades, sistemas y procedimientos de los países socios, ayudando a incrementar sus capacidades.
  • Intensificar la mutua responsabilidad de donantes y países socios hacia sus ciudadanos y parlamentos, en cuanto a sus políticas, estrategias y desarrollo en materia de desarrollo.
  • Eliminar la duplicación de esfuerzos y racionalizar las actividades de donantes, para alcanzar el máximo rendimiento posible.
  • Reformar y simplificar políticas y procedimientos de los donantes para favorecer un comportamiento de colaboración y la alineación progresiva con las prioridades, sistemas y procedimientos de los países socios.
  • Definir medidas y estándares de desempeño y responsabilidad para los sistemas de los países socios en gestión de finanzas públicas, aprovisionamiento, salvaguardias fiduciarias y evaluación medioambiental, aplicándolos de manera rápida y extensa, de acuerdo con las buenas prácticas ampliamente aceptadas.

Así mismo, se comprometieron a emprender acciones concretas y efectivas con el fin de tratar problemas como los siguientes:

  • Debilidades en las capacidades institucionales de los países para desarrollar e implementar estrategias de desarrollo nacional dirigidas a los resultados.
  • Falta de compromisos que sean más previsibles y multianuales sobre los flujos de ayuda suministrados a los países socios.
  • Delegación de autoridad insuficiente a los actores de campo de los donantes y falta de incentivos para colaboraciones de desarrollo eficaz entre donantes y países socios.
  • Integración insuficiente de programas e iniciativas globales en la agenda ampliada de desarrollo de los países socios, incluso en áreas críticas como VIH / SIDA.
  • Corrupción y falta de transparencia que socavan el apoyo público, imposibilitan la movilización y asignación eficaz de recursos y desvían los recursos destinados a actividades vitales para erradicar la pobreza y para un desarrollo económico sostenible. Donde existe, la corrupción impide que los donantes confíen en los sistemas de los países socios.

También se puso énfasis en la supervisión y la evaluación de las acciones. Dada la dificultad de demostrar los progresos reales a escala de los países, bajo el liderazgo de los países socios se evaluarán periódicamente los progresos mutuos a escala nacional, en la puesta en práctica de los compromisos adoptados en concepto de eficacia de la ayuda al desarrollo.

La Declaración de París tiene como columna vertebral cinco principios fundamentales sobre los que descansa la mayor parte de su contenido, en base a:

  • El principio de apropiación. Los países socios (receptores) definen sus propias estrategias de desarrollo a través de procesos participativos y consultivos, que se convierten en programas operativos orientados a resultados adecuándose al presupuesto previsto. Además, coordinan la ayuda conjuntamente con los donantes, y estos respetan el liderazgo de los países socios y les ayudan a fortalecer y consolidar su capacidad en este sentido.
  • El principio de alineamiento: Los donantes basan todo su apoyo en las estrategias, instituciones y procedimientos nacionales de los países socios. En este sentido, respetan las estrategias de desarrollo de los países socios, y vinculan la financiación a un único marco coordinado y común. Allí donde se garantice que la ayuda se utilizará en los objetivos aprobados se utilizarán las instituciones y sistemas de los países socios. Los países donantes y receptores establecen marcos comunes para evaluar las acciones, la transparencia y la rendición de cuentas de los sistemas nacionales. Los donantes colaborarán en reforzar las capacidades institucionales y de gestión de los países socios. Los donantes establecerán compromisos plurianuales sobre la ayuda, la desembolsarán puntualmente y se comprometen a desatar la ayuda de acuerdo con los criterios del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD).
  • El principio de harmonización. Los donantes simplifican los procedimientos de planificación, financiación, desembolso, supervisión, evaluación, etc. Ambos (donantes y receptores) se comprometen a una división del trabajo más eficaz. La fragmentación excesiva de la ayuda a escala global, nacional o sectorial disminuye la eficacia de la misma. Un enfoque pragmático de la división del trabajo y de la distribución de la carga aumenta la complementariedad reduciendo los costes de transacción. Asimismo, se comprometen conjuntamente a reforzar la aplicación de las evaluaciones de impacto ambiental y profundizar en procedimientos comunes para los proyectos, incluyendo consultas con los interesados , y a desarrollar y aplicar enfoques comunes de la "evaluación medioambiental estratégica" a escala sectorial y nacional.
  • La gestión orientada a resultados. Los países socios refuerzan los vínculos entre las estrategias de desarrollo nacional y los procesos presupuestarios; establecen marcos de supervisión orientados a resultados con indicadores accesibles, de bajo coste y de fácil gestión, y los donantes se comprometen a vincular la programación y los recursos con los resultados y alinearlos con los marcos de evaluación del desempeño de los países socios, sin introducir indicadores de desempeño que no sean coherentes con sus estrategias de desarrollo; armonizan sus requerimientos de supervisión y realización de informes, y acuerdan formatos comunes para los informes diarios, hasta que puedan confiar en los sistemas estadísticos y de supervisión de los países socios.

  • La responsabilidad compartida. Donantes y receptores son responsables de los resultados obtenidos. Son prioridades para ambos incrementar la responsabilidad, la rendición de cuentas y la transparencia. Los países socios se comprometen a reforzar el papel del parlamento en las estrategias de desarrollo nacional y / o los presupuestos y a fomentar enfoques participativos involucrando sistemáticamente a un amplio abanico de actores del desarrollo en el momento de formular y evaluar el progreso en la implementación de las estrategias de desarrollo nacional. Los donantes se comprometen a proporcionar información transparente, completa y a tiempo sobre los flujos de ayuda para las autoridades de los países socios puedan presentar informes presupuestarios completos a sus parlamentos y ciudadanos. Asimismo, socios y donantes se comprometen conjuntamente a evaluar a través de los mecanismos existentes nacionales y cada vez más objetivos, los progresos de la implementación de los compromisos acordados sobre la eficacia de la ayuda al desarrollo, incluyendo los compromisos de cooperación.

Posteriormente, en 2008 en Ghana, tuvo lugar el denominado Programa de Acción de Accra.

El 4 de septiembre de 2008 se convocó el tercer Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo. Los ministros de los países en desarrollo y los países donantes responsables de la promoción del desarrollo, junto con los directores de instituciones multilaterales y bilaterales de desarrollo, suscribieron la Declaración de Accra (Ghana) con el objetivo de acelerar y profundizar la aplicación de la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda.

Los participantes en Accra pusieron de manifiesto que los progresos de cooperación y ayuda al desarrollo no eran suficientes de acuerdo con los ODM y se comprometieron a tomar medidas en relación a este retraso.

Los datos empíricos mostraban que se tendrían que abordar tres desafíos principales para acelerar el progreso de la eficacia de la ayuda

  • Fortalecimiento de la identificación del país respecto del desarrollo
  • La construcción de asociaciones más eficaces e inclusivas para el desarrollo
  • El logro de resultados de desarrollo y rendir cuentas abiertamente por esos resultados como parte central de todo lo que se hace.

A parte del sistema de las Naciones Unidas

Uno de los sectores que se incluyen dentro de los conceptos de AOD es el ámbito universitario, que en España, desde hace unos quince años, se ha convertido en un importante agente de cooperación internacional para el desarrollo. Así, en la Universidad Rovira i Virgili, está el Centro de Cooperación al Desarrollo "URV Solidaria", que trabaja promoviendo acciones relacionadas con la cooperación al desarrollo vinculadas a la formación, la sensibilización o la investigación: proyectos, cursos y organización de eventos.

“Favorecer el pensamiento crítico, la cultura de la libertad y el pluralismo, y la transmisión de los valores propios de una sociedad democrática, abierta y solidaria, en particular, el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, la educación para la paz y la cooperación internacional, especialmente con los países empobrecidos. "

Apartado b) del artículo 5º del Estatuto de la Universidad Rovira i Virgili

La Universidad Rovira i Virgili también trabaja conjuntamente con otras instituciones universitarias en diferentes ámbitos, por ejemplo a través de la Comisión de Cooperación de la Asociación Catalana de Universidades Públicas o, a escala más amplia, a través de la Red Vives de universidades, donde se emprenden proyectos de cooperación universitarios por períodos plurianuales o mediante la Comisión de Internacionalización y cooperación de las universidades Españolas (CICUE).

En el marco gubernamental, en Cataluña existe la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD), que gestiona y se responsabiliza de las políticas de cooperación y acción humanitaria del Gobierno Catalán, y coopera estrechamente con el tejido de la sociedad civil dedicado a los mismos objetivos. También existe el Fondo Catalán de Cooperación al Desarrollo que vehicula las aportaciones hechas desde el ámbito municipal.

Asimismo, en España, es la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) la que gestiona la AOD mediante programas y proyectos de cooperación, asistencia técnica, contribuciones a fondos multilaterales y multidonantes y programas de organismos internacionales, acción humanitaria y ayudas públicas a Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD).

A escala aún mayor, encontramos la Agencia de Cooperación Europea (EuropeAid) que es quien gestiona los programas europeos de cooperación.

Un hito histórico en cooperación oficial al desarrollo: el 0,7%.

 

Todo el mundo ha oído hablar del famoso 0,7%. Esta cifra hace referencia al porcentaje del PIB que los países más desarrollados deberían destinar como ayuda a los países menos desarrollados. Este porcentaje fue acordado en 1980, en la 34 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y se señaló el año 1985 como fecha límite para conseguir que los países que se comprometieron la alcanzaran. A pesar de este acuerdo, sólo cuatro países han conseguido esta meta: Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia. El resto de los países desarrollados ha mantenido su ayuda oficial para el desarrollo en torno al 0.3%. Esto propició que durante la segunda mitad de los años ochenta y la primera de los años noventa se hicieran numerosas manifestaciones y movilizaciones para que los diferentes gobiernos cumplieran este compromiso de ayuda al desarrollo.

Durante el decenio de 1990 la media anual de asistencia oficial para el desarrollo ha sido de 55.000 millones de dólares. La proporción del total de la AOD que corresponde al sistema de las Naciones Unidas ha sido alrededor del 8%. La AOD era la principal fuente de fondos para el desarrollo. Sin embargo, las inversiones privadas y los préstamos privados han tomado fuerza y han sobrepasado de forma considerable las corrientes oficiales. En 1998, por ejemplo, de un total neto de 240.000 millones de dólares que entró en los países en desarrollo, 147.000 millones fueron recursos privados, y sólo 88.000 millones fueron fondos oficiales, incluidos fondos que no eran de asistencia oficial para el desarrollo.

% de AOD respecto al PNB de los países donantes (1960-2008)

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En términos reales, y según las Naciones Unidas, Japón es el principal donante, seguido de Estados Unidos, Francia y Alemania. Estados Unidos es el país que económicamente aporta más dinero pero, en cuanto al porcentaje, es el que menos (sólo un 0,15%). En 1999, los 56.000 millones de dólares de la AOD constituyeron sólo en 0.24% del Producto Nacional Bruto de los 21 principales países donantes.

 

Evolución comparativa de la AOD (de los países CAD) y su % respecto al PNB


Font: elaboració pròpia a partir de dades de l’OCDE (2011)

L’any 2002 la Unió Europea va fixar com a objectiu per al 2006 destinar un 0,39% del PIB a l’ajuda oficial al desenvolupament i un 0,56% l’any 2010, molt lluny de l’objectiu del 0,7%. Per la seva banda tant Bèlgica, com Espanya, Finlàndia, França, Irlanda i el Regne Unit s’han compromès a complir amb el 0,7% l’any 2012. Això va ser però, abans del context de crisi que es viu actualment.

 

Evolución de la AOD española (2000-2010)


Fuente: elaboración propia a partir de datos de la OCDE (2011) e Intermon Oxfam 2011 (para el % del PNB de 2009 y 2010)