Sobrepasada una década desde la Declaración del Milenio, conviene detenerse para analizar cuál es la situación en pocos años de llegar la fecha marcada (2015) para alcanzar unos objetivos que debían resolver gran parte de los problemas inadmisibles que sufre el mundo.
Resulta paradigmático comprobar que ya en 2008 la misma ONU publicaba el informe “Resultados de la alianza mundial para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio” con un subtítulo muy revelador “Informe del grupo de trabajo sobre el desfase en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Aunque este informe se basaba en la consecución del Objetivo 8, resulta un instrumento muy útil para valorar el estado de la cuestión sobre la evolución de los 8 ODM hasta el momento.
En el prólogo de este Informe, el mismo Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, afirmaba:
De este primer informe [...] se desprende claramente que, si bien se ha avanzado en muchos frentes, el cumplimiento de los compromisos ha sido insuficiente y está experimentando retrasos en cuanto a los términos previstos. No será posible para todos compartir el futuro sin una acción concertada a nivel mundial y sin alianzas sólidas. Llegados a este punto medio del periodo fijado para alcanzar los objetivos en 2015, es imprescindible que todos los asociados aceleren sus esfuerzos para cumplir sus promesas.
Cumbre de la ONU 2005 (Nueva York)
Del 14 al 16 de septiembre de 2005, se realiza en Nueva York la cumbre que debía de examinar la evolución de los ODM desde la proclamación de la Declaración del Milenio cinco años antes.
Los ejes prioritarios en esta Cumbre 2005 eran los siguientes:
- Estrategias por país. Cada país víctima de la pobreza extrema debía de adoptar y comenzar a ejecutar para el año 2006 una estrategia de desarrollo firme para conseguir los ODM para el año 2015.
- Financiamiento para el desarrollo. La asistencia para el desarrollo en todo el mundo debería, como mínimo, de duplicarse durante los próximos años. Esto no requería nuevas promesas de los países donantes, sino el cumplimiento de las promesas hechas. Todos los países desarrollados que aún no lo hubieran hecho deberían establecer plazos para alcanzar el objetivo del 0,7% del PIB para la Ayuda Oficial al Desarrollo (en adelante AOD) a más tardar en 2015, y empezar a hacer aumentos apreciables para el 2006, con la cifra del 0,5% como meta para el 2009.
- Comercio. La Ronda de Doha de negociaciones comerciales multilaterales debería cumplir su promesa de desarrollo y terminar en 2006 como muy tarde. Como primer paso, los Estados miembros deberían proporcionar acceso a los mercados libre de derechos y de contingentes a todas las exportaciones de los países menos adelantados.
- Alivio de la deuda. Habría que redefinir la sostenibilidad de la deuda como el nivel de la deuda que permite a un país alcanzar los ODM y llegar a 2015 sin que aumente la relación de endeudamiento.
- Las Naciones Unidas deben transformarse en un instrumento eficaz de prevención de conflictos, que es la función para la que fueron concebidas, adoptando medidas sobre varias prioridades políticas e institucionales fundamentales.
- Prevención del terrorismo catastrófico. Los Estados deberían adoptar una estrategia general contra el terrorismo. Asimismo, deberían concertar un convenio sobre el terrorismo, acordando una definición clara de este problema. También deberían ultimar el convenio internacional para la represión de los actos de terrorismo nuclear.
- Armas nucleares, químicas y biológicas. Hay que conseguir progresos tanto en el desarme como en la no proliferación. En cuanto al desarme, los Estados poseedores de armas nucleares deberían reducir aún más sus arsenales de armas nucleares no estratégicas e intentar concertar acuerdos de control de armamentos que entrañen no sólo medidas de desmantelamiento sino la irreversibilidad de estas medidas , reafirmando también su compromiso de respetar las garantías de seguridad, y mantener la moratoria de los ensayos nucleares.
- Reducir el riesgo y la prevalencia de la guerra. La mitad de los países que salen de un conflicto armado vuelven a caer en la violencia en un plazo de menos de cinco años. Los Estados miembros deberían establecer una Comisión de Consolidación de la Paz, de carácter intergubernamental, así como una Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz, dentro de la Secretaría de las Naciones Unidas, para afrontar mejor el desafío de ayudar a los países a completar con éxito la transición de la guerra a la paz. También deberían adoptar medidas para reforzar la capacidad colectiva de utilizar los instrumentos de la mediación, las sanciones y el mantenimiento de la paz.
- Uso de la fuerza. El Consejo de Seguridad debería aprobar una resolución en la que expusiera los principios que deben aplicarse en las decisiones relativas al uso de la fuerza y expresara su intención de regirse por ellos al decidir una autorización o un mandato para hacer uso de la misma.
- Otras actividades prioritarias a nivel mundial serían conseguir una cooperación más eficaz para combatir la delincuencia organizada, prevenir el comercio de armas pequeñas y ligeras y eliminar el grave problema de las minas terrestres que todavía matan y mutilan a personas inocentes y dificultan el desarrollo en casi la mitad de los países del mundo.
- Otro tema clave debía ser el fortalecimiento integral y la revisión de todo el Sistema de Naciones Unidas, para que pueda representar un instrumento útil y actualizado para poder responder a los nuevos desafíos del siglo XXI. En este sentido, también se había de hacer realidad la Asociación Mundial para el Desarrollo, basada en la responsabilidad mutua (Norte-Sur) y en el rendimiento de cuentas.
Terminada la Cumbre, se aprobó un documento final que reflejaba un consenso de mínimos entre los Estados miembros. Este documento resultó muy reducido en relación a las propuestas preparatorias de la Cumbre, por lo que muchos jefes de gobierno, ONG y otras instituciones expresaron su desencanto.
Aunque esta reunión no produjo las decisiones necesarias para mejorar el desarrollo internacional y fortalecer el sistema de Naciones Unidas, surgió algún compromiso relevante por el que se podría pedir cuentas a los diferentes gobiernos. Sin embargo, algunos de estos compromisos estaban formulados de manera tan vaga que resulta complicado hacerlo.
Aunque progresaron especialmente los temas referidos al desarrollo y al alivio de la deuda, quedó patente que las fuertes influencias políticas y financieras internacionales sobrepasan el marco de Naciones Unidas. En cuanto a la financiación para el desarrollo, merece ser destacada la decisión de la Unión Europea de adoptar un cronograma para incrementar la AOD.
Como ya era de prever la reforma de la ONU fue uno de los temas más debatidos en esta Cumbre y, más concretamente, la reforma del Consejo de Seguridad a raíz de la presión diplomática de Alemania, India, Japón y Brasil.
Algunas de las conclusiones más destacables fueron la constatación de una disminución de las tasas mundiales de pobreza, principalmente en el continente asiático, contrariamente a lo que sucedía en África Subsahariana, donde se incrementaba la pobreza extrema. Asimismo, se comprobó la evolución positiva de los datos correspondientes a la educación primaria, con la excepción, nuevamente, de África Subsahariana. En relación al Objetivo 3 de los ODM, se evidenciaba la reducción aunque de forma más lenta de lo previsto, en relación a la desigualdad de género y autonomía de la mujer. Por otra parte, los datos sobre la reducción de la mortalidad infantil constituían otro ejemplo de evolución positiva pero a ritmo lento. En este sentido, cada año debido a enfermedades que se pueden prevenir o tratar, morían once millones de niños menores de cinco años, lo que supone unos 30.000 al día. Esto resultaba especialmente grave considerando que buena parte de estas muertes se podían evitar ampliando programas existentes basados en soluciones sencillas y de bajo coste.
El Objetivo 5, dedicado a mejorar la salud materna, reflejaba un atraso alto. Cada año moría más de medio millón de mujeres durante el embarazo o el parto y 10 millones de mujeres sufrían lesiones graves o casos de discapacidad. En este sentido se evidenciaron algunos progresos en la reducción de la mortalidad materna en áreas subdesarrolladas, con la excepción, nuevamente, de África Subsahariana, donde se encuentran los países en los que es más peligroso dar a luz. En cuanto al Objetivo 6 (combatir el SIDA, la malaria y otras enfermedades), el SIDA seguía siendo la principal causa de muerte prematura en zonas como el África Subsahariana, al tiempo que ocupaba el cuarto lugar dentro de las causas de muerte en todo el mundo, de modo que, para cumplir este objetivo, se deben intensificar las tareas de prevención en todas las regiones del mundo. Cada año, de manera conjunta, dos enfermedades como la malaria y la tuberculosis, causaban la muerte de casi tantas personas como el SIDA, además de ocasionar graves pérdidas a las economías nacionales. El 90% de las muertes por malaria se producían en África Subsahariana, donde se estaban incrementando las actividades de prevención y tratamiento. La tuberculosis seguía presentando una tendencia al alza. El Objetivo 7 (Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente) también experimentó una evolución con incertidumbres. Así, aunque la mayoría de los países se había comprometido a cumplir los principios del desarrollo sostenible, esto no se tradujo en un avance suficiente para evitar la pérdida constante de los recursos ambientales del planeta. Se hacía evidente que para alcanzar este objetivo era necesario prestar más atención a la difícil situación de los pobres (la subsistencia cotidiana suele depender directamente de los recursos naturales que los rodean) y un nivel de cooperación mundial sin precedentes hasta entonces. Las medidas adoptadas para impedir el deterioro de la capa de ozono demostraban que era posible progresar. En sentido positivo destacaba la mejora del acceso al agua potable, aunque una parte importante de la población mundial (casi un 50%) seguía sin disponer de formas básicas de saneamiento. Casi 1.000 millones de personas vivían en barrios urbanos insalubres porque la población urbana aumenta a un ritmo muy superior al de las mejoras de viviendas y al de la disponibilidad de puestos de trabajo productivos. En cuanto al Objetivo 8 dedicado a fomentar una asociación mundial para el desarrollo, los progresos alcanzados empezaban a producir resultados, sin embargo, los países desarrollados no habían cumplido las metas que se habían fijado. Para cumplir los ODM, el aumento de la ayuda y el alivio de la deuda tenían que ir acompañados de una mayor apertura de los intercambios comerciales, de una aceleración de la transferencia de tecnología y de mayores oportunidades de empleo para el creciente número de jóvenes que viven en el mundo en desarrollo.
En resumen, la evolución de la mortalidad infantil mostraba un signo favorable, al tiempo que destacaba el rápido aumento de ingreso en la escuela primaria. Paralelamente se constataban señales de que, por primera vez, disminuían las tasas de infección por SIDA en países de alta incidencia (como Haití, Uganda y Zimbabwe). Sin embargo, y como principal lastre en esta evolución se observa que los avances seguían siendo desiguales, un gran número de países, especialmente en África y América Latina, todavía no conseguían mejoras importantes en la lucha contra la pobreza, y el progreso en los indicadores de desarrollo humano en Asia meridional era insuficiente.
En el documento final, los gobiernos confirmaron el rol del Consejo Económico y Social (ECOSOC) como el principal organismo de Naciones Unidas en cuestiones de desarrollo económico y social. El Consejo se reunirá anualmente a nivel ministerial. Fundamentalmente, su tarea será el seguimiento de las principales conferencias y cumbres de la ONU, incluyendo los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente. Cada dos años el Consejo celebrará un foro de alto nivel sobre cooperación para el desarrollo con el fin de examinar las tendencias de la cooperación internacional para el desarrollo, incluidas las estrategias, las políticas y la financiación, promover el aumento de la coherencia entre las actividades de desarrollo de los diferentes asociados para el desarrollo y fortalecer los vínculos entre la labor normativa y la labor operacional de las Naciones Unidas.
Cumbre de la ONU 2010 (Nueva York)
Del 20 al 22 de septiembre de 2010, marcado por un contexto de recesión económica mundial y con el recuerdo de la reciente la crisis humanitaria causada por el terremoto de Haití, los líderes de 189 países se reunían nuevamente en Nueva York, con la voluntad de revisar los objetivos de desarrollo mundial a falta de cinco años para la fecha marcada.
“Estamos profundamente preocupados por el impacto de la crisis financiera y económica, la más grave desde la Gran Depresión. La crisis ha dañado algunos éxitos en materia de desarrollo conseguidos en muchos países en desarrollo y amenaza con menoscabar seriamente el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015”
Punto 22 del documento final de la Asamblea general de la ONU, septiembre de 2010.
Los gobiernos reunidos manifestaron su preocupación por el estancamiento en los progresos previstos en las metas fijadas, pero lo hicieron más con buenas palabras que proponiendo acciones concretas de recuperación. En la primera jornada de la Cumbre se incorporaron a la resolución plenaria algunas de las demandas de las organizaciones de la sociedad civil en relación al reconocimiento de la interrelación directa entre los ODM y las políticas comerciales, de migración y las referentes al medio ambiente. Asimismo, se tuvo en cuenta la importancia de priorizar la cobertura de los servicios sociales más básicos en los países más empobrecidos o la de hacer transversal el enfoque de derechos humanos en cualquier política de desarrollo.
Antes de la crisis, muchos países ya habían logrado un progreso considerable en la reducción de la extrema pobreza. A nivel mundial, la pobreza había bajado el 40% desde 1990, y los países en desarrollo estaban bien encaminados en relación con la meta de reducir la pobreza mundial a la mitad antes del 2015. Gracias al crecimiento acelerado, especialmente en China, la región de Asia Oriental ya había reducido a la mitad la pobreza extrema. Por otra parte, los principales países donantes disminuyeron la carga de la deuda a los países empobrecidos, pero no se cumplió la promesa de duplicar la ayuda económica a África. Cinco años antes, cuando la actual crisis económica ni siquiera se adivinaba, las previsiones por parte de la Unión Europea eran de duplicar la AOD, pasando de 33.000 millones de euros en 2003 a aproximadamente 67,000 millones en 2010, con un incremento posterior de hasta 97.000 millones para el 2015.
Según el Informe 2010 de la ONU para el seguimiento de los ODM, se constata que la desnutrición de los niños tiene un efecto multiplicador y es responsable de más del tercio de las enfermedades de los menores de 5 años. Así se estima que entre 2009 y 2015 es posible que se produzcan 1,2 millones más de muertes de niños de esta edad por causas relacionadas con la crisis.
El progreso hacia los ODM, fuera de lo relativo a la pobreza, había tenido una evolución irregular. Los países en desarrollo iban bien encaminados para cumplir con los objetivos de paridad de género en la enseñanza primaria y secundaria y de acceso a una fuente de agua potable. La mayoría de las regiones estaba prosperando en este aspecto, sin embargo, y como resultado de la crisis, es posible que unos 100 millones de personas permanezcan sin acceso al agua potable en 2015. Aunque había países atrasados respecto de los objetivos de paridad de género en la enseñanza y de potenciación de la mujer, se logró un buen progreso en las tasas de finalización de la enseñanza primaria, nutrición y mortalidad materna. En este último aspecto, la mejora en la disminución de la mortalidad materna fue más rápido de loprevisto. Se redujeron en todo el mundo 526.300 casos en 1980 y alrededor de 342.900 en 2008, muy por debajo de las últimas estimaciones de las Naciones Unidas, que proyectaban una cifra de 500.000. Sin embargo, el avance es débil y todavía está muy lejos del objetivo mundial de reducir las muertes maternas en un 75% para el año 2015, a partir de la proporción prevaleciente en 1990.
En menor grado, a pesar de no alcanzar las cifras previstas, se produce un progreso en las tasas de saneamiento, los objetivos relacionados con la salud constituyen el reto más difícil, dado que la mayoría de las regiones están lejos de la meta. La crisis interrumpió este progreso, pero los efectos no serán evidentes hasta dentro de muchos años. Los datos necesarios para evaluar el grado de deterioro en los indicadores de desarrollo no estarán disponibles hasta el 2012 o más, y algunos efectos (por ejemplo, sobre las tasas de mortalidad y las tasas de finalización de la enseñanza primaria) se materializarán en los próximos años.
Fuente: Informe sobre seguimiento mundial de los OMD 2010 (Banco Mundial)
Aunque las previsiones más optimistas hablan de una reducción drástica de personas en situación de extrema pobreza para el 2015, es muy improbable que se llegue a la meta marcada de los ODM de reducir a la mitad el porcentaje de la población que sufre hambre. Las crisis del precio de los alimentos y la financiera, ambas en 2008, exacerbaron el hambre en el mundo subdesarrollado.
Sin embargo, estos efectos podrían haber sido más graves. Las reformas políticas previas a la crisis efectuadas por las naciones en desarrollo, los países donantes y las decididas medidas adoptadas por las instituciones financieras internacionales ayudaron a evitar que ésta fuera mucho peor.