Este movimiento internacional (Association for the Taxation of financial Transactions for the Aid of Citizens) es una plataforma desde la que se promueve la implantación de la Tasa Tobin.

No es aceptable, ni justo, y no puede tener futuro el hecho de que para afianzar e incrementar el poder y la riqueza de una ínfima minoría, se imponga la destrucción de la naturaleza, y se generalice la miseria, el riesgo y la inseguridad para la gran mayoría.

Preocupados por las consecuencias de la desigualdad generadas por la globalización, actúan en pro de propuestas orientadas a la sensibilización ciudadana en este sentido. Sus objetivos son:

  • Establecer mecanismos democráticos de regulación y control de los mercados y del sistema financiero internacional
  • Impulsar y fortalecer una opinión pública mundial independiente, activa y bien informada

Además de promover la Tasa Tobin, este movimiento plantea como medidas de control democrático la supresión de los paraísos fiscales y la anulación de la deuda externa de los países pobres.

Sin embargo, la "Tasa Tobin", a pesar de ser una propuesta justa, ¿es posible? La globalización, a pesar de ser una ventana hacia nuevas y poderosas posibilidades, no ha demostrado, al menos en los países menos desarrollados, ser una herramienta para la disminución de las desigualdades. Por el contrario, ha incrementado la brecha entre un mundo y otro. La libertad de movimientos de capital, a priori benefactora y equilibradora de las economías mundiales, no ha cumplido las expectativas previstas por muchos, dado que ha ido, básicamente, en una sola dirección, enriqueciendo a algunos países y empobreciendo a muchos.

Para actuar sobre la especulación originada por libres movimientos financieros, entre varias propuestas tributarias con el objetivo de redistribuir la riqueza, destaca la del economista norteamericano James Tobin (Premio Nobel de Economía 1978), que proponía una tasa (alrededor del 0,1%) sobre los beneficios alcanzados en las transacciones al contado en los mercados de cambios mundial y, por este motivo, no afectara a los intercambios de mercancías o las inversiones, pero que cumpliera la función de freno sobre las transacciones basadas en los movimientos especulativos entre divisas y activos financieros. En este sentido cabe señalar (Eguiagaray, 2002) que, entre 1986 y 1999 el volumen de transacciones en el mercado de divisas pasó de una media de 200.000 millones de dólares por día a unos 2 billones, un 95% de las cuales se podían considerar meramente especulativas.


Uno de los especuladores mundiales más conocidos, el norteamericano de origen húngaro, multimillonario, filósofo, filántropo y activista político, George Soros, citaba en uno de sus libros:

“Esto a lo que yo me dedico, es éticamente reprobable y se debería prohibir, pero como en el mundo no existe ninguna autoridad financiera que me lo impida, seguramente puedo repetirlo"
Oliveres, A. 2004

Pero hay añadir una nota destacable, en 2001 Soros declaraba que, a pesar de ir en contra de sus intereses, estaba a favor de la Tasa Tobin (The Guardian, 11 de marzo de 2001).

Además de permitir frenar la especulación, los defensores de esta propuesta plantean el destino de los recursos obtenidos a paliar las necesidades más básicas del planeta. En este sentido, la perciben como una importante fuente de recursos orientada a resolver las causas de injusticia económica y subdesarrollo. Sin embargo, el propio Tobin explícitamente alejado de los movimientos anti-globalización, aunque afirmaba que el objetivo inicial de su propuesta no eta este, no veía mal este uso posterior de los fondos.

Hay multitud de proyecciones sobre lo que sería capaz de recaudar este impuesto, la diferencia es tan exagerada entre unas y otras que resulta urgente la elaboración de una metodología para el cálculo de la base tributaria sobre la que aplicar la tasa. En este sentido, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el comercio y el desarrollo (UNCTAD) realizó un estudio sobre el rendimiento de esta tasa y calculó ingresos de 720.000 millones de dólares al año.

Como afirma Eguiagaray (2002):

[...] Es difícil hacer estimaciones sobre la capacidad recaudatoria de algo cuyo diseño no está terminado, ni en su objeto de gravamen, ni en su tipo, ni en su modo de exigencia. [...] De acuerdo con algunos cálculos, basados ​​en datos de las transacciones sobre los mercados de divisas de 1998/99 y diversos tipos de gravamen, la estimación de ingresos potenciales se sitúa entre 50.000 y 200.000 millones de dólares. A título de comparación, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estimaba recientemente que, para satisfacer las necesidades básicas de alimentación y sanitarias de la población de los países menos desarrollados, serían necesarios 13.000 millones de dólares anuales. Para garantizar el acceso a la educación de los que no la tienen en los países más pobres se necesitarían unos 6.000 millones de dólares. Para garantizar la salubridad y acceso al agua potable, unos 9.000 millones de dólares. Y, finalmente, para erradicar las principales formas de pobreza y condiciones básicas de acceso a la educación y la protección de la salud en el Tercer mundo, serían necesarios de 30.000 a 40.000 millones de dólares. No es difícil sacar conclusiones sobre las posibilidades abiertas en términos de ayuda al desarrollo de una implantación con éxito de la Tasa Tobin.

 

Esta propuesta, sin embargo, no está exenta de críticas, objeciones y obstáculos. Algunas arguyen la dificultad técnica de su implantación, otros van en la dirección del uso y la dificultad de la gestión posterior de los fondos recaudados y otros argumentan el inmenso poder de los contrarios al impuesto, lo que dificulta considerablemente su implantación. Así pues, aunque actualmente sobre todo debido a la crisis económica mundial, esta propuesta vuelve a aparecer en las agendas de las reuniones y cumbres internacionales, siendo una referencia obligada, no debe interpretarse como una solución a implantar a corto plazo.